Todos los días hay algo nuevo para aprender, algo viejo para soltar, algún hábito que modificar…

El cuerpo nos cuenta día a día como vamos transitando nuestra vida, está en cada uno aprender a escucharlo.

La vida es para disfrutarla y compartirla…

La Reflexología Holística es una terapia natural, complementaria, no invasiva que mediante técnicas manuales estimula terminales nerviosas en pies, manos o rostro para que éste realice su propio proceso de auto-curación (Homeostasis) en sus diferentes planos: cuerpo físico, emocional, mental, espiritual y el contexto donde habita y se desarrolla.


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lunes, 19 de marzo de 2012

Escuchar…Se nace sabiendo, se enseña, se aprende?



Con garabatos, palotes, copiando del pizarrón, aprendemos a convertir nuestras primeras palabras en escritura. A cambio recibimos un: -“preste atención alumno, no me está escuchando?”-
La verdadera respuesta seria: -“No, señorita!!”-

Esas palabras nunca surgen de la boca de los alumnos por lo que no hay cuestinamiento. Tampoco comunicación. Una buena comunicación tiene su éxito en una amplia capacidad de saber escuchar.

Una escucha que va mas allá de las palabras, comprende los gestos, retira los juicios de valor, establece una empatïa con el otro.

Tanto la expresión verbal, cargada de ideas, reflexiones, sensaciones y/o sentimientos a través de un fluido vocabulario como todo su acompañamiento gestual hacen a la comunicación, se es emisor.  Del otro lado se necesita un receptor, alguien que reciba y decodifique esa global información. Aún con imperfecciones, es el único medio que nuestro interlocutor tiene para manifestarse.

Dado el ritmo de vida y la tecnología actual, estamos permanentemente atorados de información.  Visual, leyendo informes, trabajando en la pantalla del computador o, manteniendo intercambios de datos con otros.  Pasamos sin interrupción, de escuchar nuestra voz interior, a escuchar compañeros de trabajo, familiares, etc.  Por lo tanto, escuchamos, escuchamos, escuchamos….

En cualquier relación, contractual, familiar o de pareja, la comunicación es el único y mas saludable camino que lleva al entendimiento y compresión y, obviamente a mediar y resolver diferencias.

El tiempo dedicado a la escucha, tanto interna como con el semejante, es el esfuerzo mejor remunerado en satisfacciones y calidad de vida. Para ello se necesita una clara intención en la atención.

En un mundo tan “globalizado”, atomizado en sus valores y conceptos fluctuantes día a día, la comunicación, el entendimiento, la comprensión, la aceptación, el acompañamiento, deberían ser actitudes naturales en lugar de enunciarse como metas a aprender.

Interrumpir un dialogo, juzgar verbal o mentalmente, criticar con miradas o gestos, anula a nuestro interlocutor y descalifica su mensaje.  Además de desinteresarme por lo que se comunica, dejo solo a la persona.  Lo aislo, lo excluyo. 

Hagamos una reflexión interior de cuales son las condiciones para poder expresarnos.
Seguramente comenzaremos por la presencia de un otro, ante el cual necesitamos estar relajados, sentir afinidad, confianza en saber que podemos abrirnos y exponer nuestro mundo intimo, percibir que no hay distancias, que la posibilidad de sinceridad promueve al desahogo.

Sentirse escuchado es sentirse respetado, tenido en cuenta, conlleva a consideración y afecto.  Sentirse escuchado es, también, poder escucharse a si mismo. En muchos casos, sin la intervención de quien nos escucha.

El extremo opuesto de la escucha es el camino del desentendimiento, la desconfianza, el ocultamiento, la frustración.
La persona negada a escuchar solo pretenderá controlar la conversación, prejuzgará los comentarios, intercalará opiniones y, sostendrá en todo momento que la única verdad es la propia.

Una comunicación también necesita de un ámbito. Un lugar, un espacio tiempo.  Silenciar el ruido interior de nuestros pensamientos es toda una labor, si a esto sumamos un lugar ruidoso, una oficina llena de empleados hablando simultáneamente, un bar lleno de gente, un hogar con televisores, equipos de musica y jueguitos electrónicos al unísono, seguramente vamos condenados al fracaso.

Mirar a los ojos, saber esperar el final del discurso para, después de una pausa, responder o aclarar las ideas expresadas, es darle valor a la comunicación.

Preguntar. Preguntar sobre lo escuchado a modo de repaso.  Para esclarecer dudas, para, al repetir la pregunta permitirle a nuestro interlocutor escuchar sus propios conceptos expuestos.  Todo lo que sume a mejorar la comunicación se cuantificará en la relación interpersonal.

Hacer que escuchamos a la larga se pone en evidencia.  Aprender a calzar los zapatos del otro es comprender empáticamente lo que está vivenciando la otra persona, de un modo físico, intelectual y emocionalmente.

Sembrando una actitud de empatía en la comunicación cosecharemos relaciones genuinas.  Es comenzar a conformar y sentirse parte de todos.
 
“Siembra un pensamiento y cosecharás un acto; Siembra un acto; y cosecharás un hábito; Siembra un hábito y cosecharás un carácter;  Siembra un carácter y cosecharas un destino“.
Ernesto Reich, Reflexólogo Holístico.

1 comentario:

  1. "Sentirse escuchado es, también, poder escucharse a si mismo. En muchos casos, sin la intervención de quien nos escucha."...maravilloso! Muchas gracias por la escucha, la conversa y la lectura!

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